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Control mental. ¿Algo que ver con el Camino Neocatecumenal? (XI)

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La manipulación mediante el miedo y la culpa

El miembro de una secta llega a vivir dentro de un ámbito delimitado por el miedo, la culpa y la vergüenza. Los problemas son siempre una falta del adepto, y se deben a la debilidad de su fe, a su falta de comprensión, a «padres malos», a espíritus perversos, o lo que sea. Se siente constantemente culpable por no dar la talla. Llega a creer que «el demonio» le persigue [o le engaña una y otra vez].

En todas las sectas destructivas que he conocido, el miedo es el principal motivador. Cada grupo tiene su propio demonio que espera a los miembros para tentarlos y seducirlos, para matarlos o volverlos locos. Cuanto más vivo y tangible es el demonio que la secta puede conjurar, más intensa es la cohesión que alimenta.

Altibajos emocionales

La vida en la secta es como un viaje en una montaña rusa. El adepto oscila entre la felicidad extrema de experimentar la «verdad» junto a una élite privilegiada, y el aplastante peso de la culpa, el miedo y la vergüenza. Los problemas son siempre debidos a su incapacidad, no a la del grupo. Es el eterno culpable por no alcanzar las metas. Si plantea objeciones, se le aplicará el «tratamiento de silencio» o se le trasladará a otra parte del grupo [tus kikotistas hemos visto que necesitas bajar a otra comunidad. Tus kikotistas te decimos que diosito quiere que dejes de ser responsable…].

Estos extremos imponen una pesada carga en la capacidad de la persona para funcionar. Cuando los miembros están «arriba», pueden convertir su celo en una gran productividad y capacidad de persuasión. Pero cuando caen, se transforman en unos completos inútiles.

La mayoría de las sectas no permiten que los «bajones» duren demasiado tiempo. Un procedimiento habitual consiste en someterlo nuevamente al adoctrinamiento para que vuelva a funcionar. No es raro que alguien reciba un adoctrinamiento formal varias veces al año [tostón de inicio de curso, anuncios publicitarios varios…].

Algunos de los miembros más antiguos se queman. Estos individuos comienzan a señalar las incongruencias en la política del grupo. Si se convierten en una carga, se les pide (o se les ordena) que se marchen.

Cambios en la orientación temporal

Una interesante dinámica de las sectas es que tienden a cambiar la relación de la persona con su pasado, su presente y su futuro. Como ya he mencionado antes, el pasado del miembro es reescrito. Tiende a observar su vida pasada con una memoria distorsionada que lo pinta todo de color oscuro. Aun los recuerdos más positivos son desviados hacia lo malo.

El sentido que del presente tiene el adepto también es manipulado. Experimenta una gran sensación de urgencia por realizar las tareas que le han asignado. Recuerdo muy bien la sensación constante de que había una bomba de relojería bajo mis pies y que el mundo podía convertirse en un infierno o en un paraíso según mi capacidad para realizar el proyecto en curso.

Muchas sectas enseñan que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Algunas dicen que ellas evitan su llegada; otras simplemente creen que sobrevivirán. Cuando estás siempre demasiado ocupado con proyectos tan críticos, todo se hace borroso.

Para el miembro de una secta, el futuro es el tiempo en que será recompensado porque ya se habrá producido el gran cambio (o puede ser también donde reciba su castigo). En casi todos los grupos, el líder proclama que tiene el control del futuro, o al menos es el único que lo conoce [Es que los demás tienen prohibido proyectarse, mientras que el líder proyecta que va a hacer una casita en un monte de Jerusalén, que va a ir de mariscada a Panamá…].Sabe cómo pintar visiones del paraíso celestial o del infierno para dirigir a los adeptos hacia un camino u otro.

No hay salida

En las sectas destructivas, jamás existe una razón legítima para marcharse. A diferencia de las organizaciones no sectarias que reconocen el derecho inherente a la persona de abandonarlas, los grupos que practican el control mental dejan bien claro que no existe un modo legítimo para dejarla [Por eso, todo el que abandona es un “rebotado”]

Se dice a los adeptos que las causas que llevan al abandono son la debilidad, las tentaciones, el lavado de cerebro (hecho por los desprogramadores), la soberbia, el pecado, etc.

A los miembros se les adoctrina concienzudamente para que crean que si alguna vez se marchan, las consecuencias serán terribles para ellos, sus familias y la humanidad. Están encerrados en una prisión psicológica.

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