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Traditio symboli (XC)

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Regresando a la sexualidad, ¿dónde está el problema? En el matrimonio los cónyuges son ministros de este sacramento.

Primero se inventa un falso sacramento y luego necesita falsos ministros y falsos rituales y ceremonias. Y la mentira cada vez es más gorda y más inútil.

Ellos deciden donarse como Cristo se ha donado a su Iglesia; es así, totalmente. Este hecho, esta donación de sí mismo se realiza con un signo externo, un sacramento que es un signo. ¿Cuál es este signo? Es que se entregan el uno al otro en el lecho conyugal, en el tálamo nupcial. Ahora en el hecho de que el hombre hace el amor con la mujer aparece el Espíritu Santo, se hace presente allí el Espíritu de Dios en un altar. Es algo maravilloso, porque el contenido de este acto es el amor.

Al margen de que las chorradas del kuentista deben de ser medio heréticas si es que no son heréticas del todo, lo que se desprende de su farfolla lingüística es que los cónyuges solo se dan a otro cuando copulan, es decir, para este tipo no vale nada la convivencia diaria, en la que hay tantísimas ocasiones diferentes de darse al otro a través de gestos de apoyo, de ayuda, de ternura, a través de una simple mirada, de un roce, de una palabra a tiempo, de una sonrisa. Pero no, en Kikónides los cónyuges tienen que ser enemigos a muerte siempre a cara de perro, salvo cuando les da por copular. Es un ataque despiadado contra el matrimonio.

Os diré alguna cosa más. Primero: como cristiano, ¿yo podría vivir sin la Eucaristía? No. Podría vivir, sí, pero algo muy importante faltaría a mi fe, que es alimentar mi Bautismo, porque la Eucaristía me alimenta. Pues bien: Dios ha instituido un sacramento y Él mismo se ha comprometido a hacerse presente a través del sacramento (como este corazón de pez) para luchar contra los escollos que el matrimonio tiene en sí mismo. Pero pensad que nosotros nos hemos dado cuenta, en nuestra praxis con los matrimonios (es lo que se llama el "sensus fidei"), que hay muchísimos matrimonios que no practican este sacramento, quizás incluso desde hace años.

Primero el sensus fidei no tiene nada que ver con la praxis de unos atorrantes. Segundo, está genial que muchísimos matrimonios no practiquen falsedades inventadas que no son sacramento. ¡Bien por ellos!

¿Por qué no lo practican? No porque se abstengan, no, sino porque lo hacen sacrílegamente; porque allí el sacramento no se da como signo.

Una prueba más de que no es un verdadero sacramento ni ellos son verdaderos ministros de nada. Porque cuando un sacerdote sacramenta, no hay sacrilegio que impida el sacramento.

Porque, como dice el Papa, hay un lenguaje del cuerpo, un lenguaje profético del cuerpo. Si esta pareja pone un impedimento al sacramento del matrimonio porque usan preservativos, por ejemplo -porque "Él se unirá a la mujer y serán una sola carne" (hay un lenguaje del cuerpo)- se une a la mujer, se hace un cuerpo con ella. Pero él dice: 'No quiero dar la vida'; lo que significa este signo como sacramento -que yo me entrego totalmente a ti y colaboro contigo en la procreación, es decir, dando vida a un hombre en la tierra- este gesto lo hago mal, obligo al cuerpo a hacer una mentira.

Lo que es una mentira es obcecarse en reducir el matrimonio a mero sexo y pretender elevar el sexo a categoría divina para disimular la cutrez de la reducción de dos seres humanos a meras herramientas de engendrar.

En el fondo está diciendo: 'Yo hago el signo pero sin el contenido que Dios le ha dado'. Es como si comulgaran sacrílegamente, es como si dijeras: 'Bueno, para tomar la comunión debo estar en gracia de Dios pero no quiero'.

‘Pero no quiero dejar de mentir ni de manipular, ala. Que se fastidie la uka’.

Lo que sucede es que la Eucaristía no deja de ser eucaristía porque la tome un embaucador, mientras que según Kiko el matrimonio deja de ser sacramento -deja de ser matrimonio- si los cónyuges no procrean como conejos. El problema es que Kiko desconoce por completo lo que es sacramento, y lo mismo sobre lo que es el matrimonio.

El resultado de esto tiene consecuencias psicológicas y físicas muy graves. Este sacramento, que debe ser fuente de unión de los esposos, fuente de amor, se convierte en muchos casos en fuente de frustración. ¡El número de matrimonios en los que el acto sexual es fuente de frustración es altísimo!

Entre los neocatecumenales, sí, pero es consecuencia directa de haber sido manipulados.

¿Y por qué les frustra? Porque obligan al cuerpo a utilizar un lenguaje contrario al que Dios ha instituido como tal en la naturaleza, y esto crea una disociación.

Fíjate, yo estoy totalmente a favor de la castración química de los violadores. Y me trae sin cuidado que se frustren si dejan de poder delinquir con plena potencia natural.

Hay otro problema. Si Dios instituyó el sacramento es para ayudarte, porque estar en comunión espiritual o en comunión de mente es muy difícil; sin embargo es más fácil por medio de la atracción sexual dada por Dios, porque la atracción que el hombre tiene hacia la mujer es santa y buena. Pero las mujeres o los hombres invierten este hecho y utilizan el Sacramento como chantaje para que el marido sea más atento cuando el marido es un burro (normalmente los hombres somos desatentos, lo que hace sufrir mucho a las mujeres. La mujer tiene necesidad de una atención especial y el hombre suele ser mucho más desatento. Tardaría mucho en explicar psicológicamente por qué, pero el caso es que la mujer dice: "¡Esta noche no me toques!", es decir, utiliza el acto sexual como chantaje). Esto genera una violencia horrible en el hombre, porque lo priva de algo que es importante para él, y es fuente de muchísima violencia: gente que toma la puerta y se va con la secretaria o se va con prostitutas.

Estupidez solo apta para misóginos. Una mujer que quiera atención no dará la espalda a aquel de quien espera atenciones, puesto que aunque él sea memo ella no lo es, de manera que lo que hará es asegurarse de que él le preste esa atención que reclama mientras dosifica hábilmente lo que él quiere. El “ni me toques” implica que ha habido una pelea y lo último que ella quiere es atención.

En esto, las mujeres están completamente equivocadas. Precisamente para que puedas estar en comunión con tu marido necesitas el sacramento del matrimonio. Por eso San Pablo dice que el cuerpo de la mujer no pertenece a la mujer sino a su marido, es decir, que no puede privar a su marido.

San Pablo dice: «Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer» (1Cor 7,4). Es decir, que lo que ella diga a la hora de meterse en el tálamo ha de ser atendido.

Nosotros hemos visto que muchísimas parejas que tenían tremendas frustraciones, en las que el hombre había llegado a la impotencia y la mujer a la frigidez...

Obviamente se refiere a parejas neocatecumenales, que son a las que interroga y en las que se entromete en aspectos de su vida personal e íntima.

¿Qué había pasado? Les bastaba con entrar en el camino y empezar a hablar con sus catequistas, y que estos les dijeran cómo debían hacer el acto sexual (cuánto tiempo hacía que no vivían el sacramento, es decir, no hacían de este acto un acto sagrado. Bendecir al Señor primero y ofrecerse el uno al otro como Cristo se ofrece a su Iglesia) para que de inmediato comenzasen a recuperar el placer sexual, para que el acto sexual comience a no ser fuente de frustración ni fuente de vicio o de perversión.

Como todo vendedor de humo, Kiko trata de otorgar cualidades mágicas -como los paganos y los supersticiosos- a lo que vende, que resultan ser intromisiones en el fuero interno.

 


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