Traditio symboli (CVI)

A partir de aquí, la escabechina que anuncié en la última entrega de este mamotreto del paso de la traditio.

Kiko: Pero el Señor te muestra que no es así. Para poder dar la vida [a los demás], Jesucristo tuvo ante todo que perderla [la suya]; para que tú recibieras esta catequesis yo he tenido que perder la vida. 

La comparación es insultante. Cristo perdió realmente la vida como precio por nuestra salvación. Y aquí un jeta se dedica a hurgar dónde no debe y vivir del cuento y lo llama perder su vidita ociosa.

Si tú no quieres perderla para dársela a otros (porque si todos hacen como tú, bueno, mañana se acaba el camino neocatecumenal, porque todos dicen: "¡No! Tengo muchas cosas que hacer, tengo tres hijos, tengo muchos problemas, vuelvo cansado del trabajo), nadie recibe la vida. ¿Qué te parece?

¿Qué me va a parecer? Una falacia repulsiva. Que la pobre señora se deje la piel, la salud y la libertad en hacer lo que demanda el jeta no aporta ni un miligramito de vida a nadie.

Esto demuestra que estás en la idolatría, tienes algo que te está destruyendo; tú tenías un proyecto de matrimonio, de vida, y exiges que la vida sea como tú la ves. Es como quien tiene un proyecto de matrimonio y exige a la familia: exige que la esposa se convierta en víctima en función de este ideal de matrimonio, y en alas de este ideal la esposa debe morir en un altar, debe ser sacrificada allí.

Ya sabes, o haces lo que exige el jeta o eres como quien exige sacrificios humanos. ¿No es evidente que es el jeta quien reclama esos sacrificios humanos en función de su ideal de comunidad y de camino?

O la esposa tiene un ideal de matrimonio y convierte a su marido en una víctima, lo tortura, lo sacrifica todos los días; y el marido se da cuenta de que debe morir -como en los sacrificios aztecas, como en las religiones naturales, uno debe morir desangrado hasta la última gota- para alimentar el ideal de matrimonio de la mujer. Está claro que el marido no quiere morir; pero la esposa tampoco quiere morir a la religión de su marido, por lo que se encuentra allí como una víctima llena de sangre, en la injusticia.

Claro, claro, ya se sabe que en el CNC los cónyuges siempre son enemigos a muerte. Por eso es más saludable para cualquier matrimonio no tener ningún contacto con neocatecumenales.

El Señor nos aleja de nuestra idolatría (ídolos muy duros, sanguinarios) para hacernos vivir el matrimonio sin proyectarnos; nos hace experimentar cosas inauditas que son un espectáculo para el mundo y para los ángeles. Nosotros ya no pertenecemos a este mundo, si quieres, estamos fuera de toda lógica. Ahora, si tú todavía eres mundana... quien ama al mundo es enemigo de Dios; pero está claro, si quieres quedarte en tu país, con tu familia y todas estas tontadas...

Ya sabes, tu familia, tu trabajo, tus amigos, la tierra que conoces, todo son tontadas. Y por preferir las tontadas a ser un títere de Kiko eres enemigo de Dios.  

No eres del mundo. Tú eres del cielo y si nunca lo ves, bueno, ¡no lo ves! Y cuando este es un pecado que nos lleva a desobedecer a Dios, entonces entendemos cómo algunos santos ni siquiera querían mirar a su madre. Nos parece una exageración, pero cuando hay un vínculo tan fuerte y el Señor te llama, se entiende perfectamente.

¿Santos que no miraban a su madre? ¿Un diosito que exige despreciar a la madre? Dios -el de verdad- me libre de semejante diosito sanguinario.

Bueno, ¿estás dispuesta a anunciar el Evangelio sin murmurar en tu corazón? Porque Dios no acepta la murmuración. Cuarenta años este pueblo murmuró en el desierto; ellos caminaban, sí, pero murmurando porque no tenían pan, porque hacía calor, porque no llegaban a ninguna parte, porque duraba mucho, ¡ya eran muchos años! “¿Qué harán mis hijos con este calor? ¡Se morirán! Los otros niños comen cebollas, ajos, carne, pollo, pescado, sandías; ¿Qué hacemos nosotros con esta comida miserable?”. Incluso querían volver a Egipto, querían volver y maldecían el día que salieron, porque al menos comían carne y cosas allí.

Me recuerda a los del equipo itinerante de Sevilla, que no quieren estar en el semivacío y reclaman una casa mejor y servicio personal.

Todo esto pasó por nosotros, para que no murmuremos en nuestro corazón, para que no hagas como en Meriba y como en Massa. Todavía no has llegado a la Tierra Prometida, debes aprender a combatir y el Señor debe dejarte algún demonio para que aprendas a luchar. Si te los quitara todos no combatirías más y tendrías el peligro de sentarte y echar barriga. Por eso le preguntan al Señor: "¿Por qué has dejado aquí a estos enemigos y no podemos sacarlos del camino?". El Señor dice: "Para que aprendáis a combatir".

Las comillas son para engañar, porque no es una cita.

Dios te ha llamado a cumplir esta misión y lo primero que tienes que hacer es ver lo que hay en tu corazón, conocer la miseria que tienes en tu corazón, que tienes un corazón de piedra.

La prueba de que no hay tal misión de parte de Dios es que si viniese de Dios, el conocimiento de sí precedería al encargo y no al revés.

Luego, experimentar que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"; que murmuras cuando no te sientes feliz, cuando no tienes comodidad, creyendo que la felicidad te viene del pan, de lo que imaginas que es la felicidad. Debes aprender que el hombre no vive solo de pan. Y esto no es algo que digo, sino que debe ser una experiencia en tu vida concreta: la vida te viene de la voluntad de Dios, de hacer su voluntad. Por eso Dios te lleva al desierto, para que experimentes que el hombre no vive solo de pan.

Ves hoy que Dios te ama, ¿crees que Dios te ama? ¿Estás dispuesta a contárselo a la gente?

Cuando de verdad se experimenta el amor de Dios, sale solo el contarlo, no hace falta forzarlo con salidas obligatorias por casa de desconocidos. Qué poco deben de gustar los kikos del amor de Dios para no saberlo.