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Segundo escrutinio (XLI)

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«CATEQUESIS DE LA SAL»
En realidad se trata de una kikotesis, pero para que parezca serio y digno se apropian de una palabra que NO se corresponde con lo que sólo es una cháchara chismosa y cutre.
«Antes de deciros quién pasa y quién no pasa y antes del rito que harán los que pasen, os daré una catequesis sobre sal. Antes que nada quiero decir algo a los que no pasarán: no es que no pases, el hecho es que el escrutinio dura para vosotros un período, unos meses. Te hacemos esperar un poco para ayudarte. Todo el escrutinio que hemos experimentado juntos ha sido algo muy importante. Estas catequesis, esta escucha, dura un poco más. En unos meses escucharás otra vez y verás que estarás mucho más iluminado. Entonces, creo, podrás pasar; tal vez. Por esto, pensamos que es importante hacer esperar a alguno antes de hacer el ritual. Porque, como comprenderéis ahora por la catequesis que os daré, veréis más claramente el significado de todo esto y comprenderéis que lo más importante es que el rito sea eficaz para vosotros; que este rito que haremos, de renuncia a Satanás, de paso al catecumenado, de renuncia a los ídolos del mundo, sea un rito eficaz para vosotros y no algo así, un rito que no dice nada.»
Por sus frutos les conoceréis. Y los frutos muestran que es un kiko-rito que no sirve para nada.
Todos vosotros cuando fuisteis bautizados de niños, recibisteis un poco de sal en la boca. El bautismo comenzó cuando el sacerdote le preguntó al padrino por el nombre del niño: "¿Cómo se va a llamar?", "Rodolfo". A continuación hay un diálogo: "Rodolfo, ¿qué le pides a la Santa Iglesia de Dios?". El padrino responde: "La fe". "¿Y qué te da la fe?". "La Vida Eterna". "Entonces, si quieres tener la Vida Eterna: amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo". Este fue el primer diálogo. Después se tuvo que desabotonar el trajecito del bebé sobre el cuello para ungir su pecho con aceite, y también el hombro y la frente. Entonces el sacerdote puso su mano sobre la cabeza del niño y pronunció el primer exorcismo: "Espíritu del mal abandona a esta criatura de Dios...", etc. Luego tomó una pizca de sal y la colocó en la boca del niño diciendo: "Recibe la sal de la sabiduría...", etc.
Ahora, en el nuevo rito de bautismo de niños, han eliminado este signo de la sal, pero se mantiene en el bautismo de adultos. Todos vosotros, sin embargo, habéis recibido la sal en vuestro bautismo. Precisamente por esto, en este rito del segundo escrutinio, renovaréis el rito de la sal. Hemos hablado con la Congregación para el Culto Divino y les hemos explicado todo lo que hemos descubierto sobre este y otros ritos, lo que hoy significa para nosotros, y están entusiasmados de que hoy realmente podamos descubrir estos signos con todo su contenido. Porque el mundo de hoy debido a la técnica o de lo que sea, está perdiendo el sentido y el valor de los signos. No porque no tenga necesidad de signos eficaces que le iluminen el significado más profundo de la vida, sino porque no hay un catequesis. Por esto la gente cree que, en la actualidad, los signos no sirven de nada; y esto no es verdad. Es en función de vuestro bautismo, que haremos con vosotros este rito y, por esto, os he recordado vuestro bautismo.
¿Por qué la Iglesia conserva este signo de la sal en el sacramento del bautismo? ¿Qué significa la sal?
San Agustín llama al signo de la sal: "sacramento de catecúmenos", el signo de los catecúmenos. Para que entendáis que es la sal, os recuerdo brevemente la cuarta catequesis que recibisteis al principio. En esa catequesis os presentamos un gráfico que ahora os recuerdo. En este gráfico, dijimos, si este rectángulo son los tres mil millones de habitantes que hay en el planeta Tierra, y queremos ver quién es la Iglesia hoy, cuántos cristianos hay hoy en el mundo, entonces, os dijimos, las estadísticas nos dicen que los cristianos son solo un tercio del mundo. Por tanto, hay un millardo de cristianos. Dos millardos de personas hoy en día no conocen a Jesucristo, o no son cristianos. Son budistas, chinos, comunistas, son ateos: dos mil millones de personas.»
El culo es a las témporas como chinos y comunistas al ateísmo. Pero es que si ya son aburridos los tostones del abuelete ¡qué serían sin estas chotadas de incluir a chinos y comunistas como confesiones religiosas!
«Solo este millardo de personas tienen, de alguna manera, una relación con Jesucristo. De los mil millones, un poco más de la mitad son católicos. Estos son los católicos. Estos otros son de otras confesiones cristianas: coptos u ortodoxos o protestantes. Entre los católicos, solo un poco más del 10%, entre todas estas personas y en todas las naciones, observa el precepto dominical: va a misa los domingos. Y, entre los que van a Misa los domingos, se estima que solo el 1.5% son cristianos adultos. Es decir, que no van a misa los domingos porque la esposa dice: "José, ven a misa, de lo contrario ¡qué dirán los niños1", o cosas por el estilo. Y él va a Misa porque no puede hacer otra cosa, va a Misa porque tiene que cumplir un precepto. Pero no comulga. Solo el 1.5% son verdaderos cristianos adultos. Y este pequeño cuadradito son estas personas. Esto lo digo para invitaros a reflexionar.»
Reflexionar sobre la visión estratosférica de su humildad, porque en ningún sitio ha publicado nadie jamás una estadística de cristianos adultos, lo que no es óbice para que al gran gurú no se le escape la cantidad exacta de cristianos adultos habidos desde que el mundo es mundo. Cosas de la kikotinitis crónica.
«Después de ver este gráfico, dijimos: "¿Qué pasa? ¿Después de dos mil años, Jesucristo ha fallado?". Porque ¿cuál es la primera idea que podríamos tener al respecto? Y la primera meditación era que tal vez Jesucristo había fallado. Por otro lado, vimos que Jesucristo concibió su Iglesia como sal, como levadura, como luz. Y luego, en la primera catequesis, dijimos que si esto era realmente una habitación a oscuras y esta fuera una lamparita, la bombilla podría iluminar a toda la gente. Que si se tratara de una olla en la que ponemos carne, patatas, verduras y cocinamos todo con agua, quedará con poco sabor, insípido. En cambio, echamos un poco de sal y todo adquiere su sentido, su sabor. La levadura, la sal y la luz son cosas pequeñas, pero todas se refieren a una misión. Una misión. ¿Qué es más importante en esta sala? ¿La luz o nosotros? Somos nosotros.
La luz, esta lámpara, nos está haciendo un servicio. Está ahí, tranquilita en el candelabro, iluminando la sala. Tiene la misión de permanecer allí haciéndonos un servicio. Esto es lo que también dijimos para la Iglesia. La Iglesia tiene la misión de ser levantada para el mundo, no para sí misma. Por esto el Concilio tituló la Constitución sobre la Iglesia "Lumen Gentium", "Luz de los gentiles". Como una luz, como la sal. La sal está para hacer un servicio... no existe para sí misma.»
Nada que ver con el kikismo que se tiene por un fin en sí mismo.
«Existe en función de algo. Dijimos que si echas la sal en la sopa y luego, comiéndolo, encuentras grumos de sal, la escupes. No es ésta la misión de sal.»
Está describiendo lo que pasa en el CNC. Ellos se empecinan en ponerse por encima de todos y el resultado es que nadie les confunde con cristianos.
«Es dar, recuperar el sentido más profundo de todas las cosas. Con este discurso, queríamos cambiar la mentalidad de mucha gente. Porque no se trata del hacer que toda esta multitud sea sal, que entre en este grupito, sino que el grupillo que está aquí cumpla su misión. Y la misión es esta: "Para que viendo vuestras buenas obras, dice Jesús, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"; para que viendo a la Iglesia, la gente pase al Padre, vean a Dios. Esto no significa que mucha gente entre en la Iglesia, sino que todas sean, real y eficazmente, saladas. Porque en el mundo todo influye.»


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