«CATEQUESIS DE LA SAL»
En realidad se trata de una kikotesis, pero para que parezca serio y digno se apropian de una palabra que NO se corresponde con lo que sólo es una cháchara chismosa y cutre.

Por sus frutos les conoceréis. Y los frutos muestran que es un kiko-rito que no sirve para nada.
Todos vosotros cuando fuisteis bautizados de niños, recibisteis un poco de sal en la boca. El bautismo comenzó cuando el sacerdote le preguntó al padrino por el nombre del niño: "¿Cómo se va a llamar?", "Rodolfo". A continuación hay un diálogo: "Rodolfo, ¿qué le pides a la Santa Iglesia de Dios?". El padrino responde: "La fe". "¿Y qué te da la fe?". "La Vida Eterna". "Entonces, si quieres tener la Vida Eterna: amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo". Este fue el primer diálogo. Después se tuvo que desabotonar el trajecito del bebé sobre el cuello para ungir su pecho con aceite, y también el hombro y la frente. Entonces el sacerdote puso su mano sobre la cabeza del niño y pronunció el primer exorcismo: "Espíritu del mal abandona a esta criatura de Dios...", etc. Luego tomó una pizca de sal y la colocó en la boca del niño diciendo: "Recibe la sal de la sabiduría...", etc.

¿Por qué la Iglesia conserva este signo de la sal en el sacramento del bautismo? ¿Qué significa la sal?
San Agustín llama al signo de la sal: "sacramento de catecúmenos", el signo de los catecúmenos. Para que entendáis que es la sal, os recuerdo brevemente la cuarta catequesis que recibisteis al principio. En esa catequesis os presentamos un gráfico que ahora os recuerdo. En este gráfico, dijimos, si este rectángulo son los tres mil millones de habitantes que hay en el planeta Tierra, y queremos ver quién es la Iglesia hoy, cuántos cristianos hay hoy en el mundo, entonces, os dijimos, las estadísticas nos dicen que los cristianos son solo un tercio del mundo. Por tanto, hay un millardo de cristianos. Dos millardos de personas hoy en día no conocen a Jesucristo, o no son cristianos. Son budistas, chinos, comunistas, son ateos: dos mil millones de personas.»

«Solo este millardo de personas tienen, de alguna manera, una relación con Jesucristo. De los mil millones, un poco más de la mitad son católicos. Estos son los católicos. Estos otros son de otras confesiones cristianas: coptos u ortodoxos o protestantes. Entre los católicos, solo un poco más del 10%, entre todas estas personas y en todas las naciones, observa el precepto dominical: va a misa los domingos. Y, entre los que van a Misa los domingos, se estima que solo el 1.5% son cristianos adultos. Es decir, que no van a misa los domingos porque la esposa dice: "José, ven a misa, de lo contrario ¡qué dirán los niños1", o cosas por el estilo. Y él va a Misa porque no puede hacer otra cosa, va a Misa porque tiene que cumplir un precepto. Pero no comulga. Solo el 1.5% son verdaderos cristianos adultos. Y este pequeño cuadradito son estas personas. Esto lo digo para invitaros a reflexionar.»
Reflexionar sobre la visión estratosférica de su humildad, porque en ningún sitio ha publicado nadie jamás una estadística de cristianos adultos, lo que no es óbice para que al gran gurú no se le escape la cantidad exacta de cristianos adultos habidos desde que el mundo es mundo. Cosas de la kikotinitis crónica.
«Después de ver este gráfico, dijimos: "¿Qué pasa? ¿Después de dos mil años, Jesucristo ha fallado?". Porque ¿cuál es la primera idea que podríamos tener al respecto? Y la primera meditación era que tal vez Jesucristo había fallado. Por otro lado, vimos que Jesucristo concibió su Iglesia como sal, como levadura, como luz. Y luego, en la primera catequesis, dijimos que si esto era realmente una habitación a oscuras y esta fuera una lamparita, la bombilla podría iluminar a toda la gente. Que si se tratara de una olla en la que ponemos carne, patatas, verduras y cocinamos todo con agua, quedará con poco sabor, insípido. En cambio, echamos un poco de sal y todo adquiere su sentido, su sabor. La levadura, la sal y la luz son cosas pequeñas, pero todas se refieren a una misión. Una misión. ¿Qué es más importante en esta sala? ¿La luz o nosotros? Somos nosotros.

Nada que ver con el kikismo que se tiene por un fin en sí mismo.
«Existe en función de algo. Dijimos que si echas la sal en la sopa y luego, comiéndolo, encuentras grumos de sal, la escupes. No es ésta la misión de sal.»
Está describiendo lo que pasa en el CNC. Ellos se empecinan en ponerse por encima de todos y el resultado es que nadie les confunde con cristianos.
«Es dar, recuperar el sentido más profundo de todas las cosas. Con este discurso, queríamos cambiar la mentalidad de mucha gente. Porque no se trata del hacer que toda esta multitud sea sal, que entre en este grupito, sino que el grupillo que está aquí cumpla su misión. Y la misión es esta: "Para que viendo vuestras buenas obras, dice Jesús, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"; para que viendo a la Iglesia, la gente pase al Padre, vean a Dios. Esto no significa que mucha gente entre en la Iglesia, sino que todas sean, real y eficazmente, saladas. Porque en el mundo todo influye.»