«Nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros ni comimos de balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviéramos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo que podéis imitar. Y cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.» (2 Te 3, 7-10)
Imitando la jerga neokika: A la luz de esta palabra, se puede identificar a un falso profeta por su ávida obsesión por el dinero ajeno y por su total indiferencia hacia las circunstancias de los demás. Solo se importa a sí mismo, su ego, sus proyectos, sus planes, sus cosas. Y los demás, son meros instrumentos inútiles a los que hay que ordeñar.
Véase un ejemplo.