Por donde pasa un presbikiko ¿vuelve a crecer la hierba?

Hace un año se comentó en este blog el destrozo perpetrado por un presbikiko contra una histórica iglesia de la ciudad de Filadelfia, en EE.UU. La iglesia en cuestión es la de San Miguel, un templo hermoso y muy bien conservado que no tenía ninguna necesidad de reforma, como puede apreciarse en las imágenes.

Parroquia de San Miguel, Filadelfia, en 2013

Vista de la balaustrada blanca de San Miguel

Aquí se ve el presbiterio y la balaustrada completa. No necesitaba reparaciones.

No obstante, el kikismo rampante sabe que diosito no se manifiesta igual en unos sitios que en otros, que lo dice una de categoría superior. Así que sacó provecho de la pandemia, de la cuarentena que cerró las iglesias y del dinero de todos los feligreses y de la diócesis para, sin contar con nadie ni pedir permiso más que a unos kikotistas que se creen kikpoderosos, destrozar lo que había y plantar un churro.

Aquí está la prueba del destrozo.

Tanto rojo me recuerda la antesala del infierno

Las doce filas de bancos quedan en cinco para hacer sitio a la mesa de pimpón. El altar ya no está.

Por supuesto, en cuanto los feligreses se enteraron clamaron al cielo y al obispo, que obligó al presbikiko a pedir perdón públicamente y también a deshacer el destrozo en la medida de lo posible. Tarea difícil habida cuenta de que un kiko pasa por encima de los demás como una apisonadora y destroza lo que se le ponga por delante. En otras palabras, la balaustrada centenaria, por ejemplo, no es que fuera retirada, es que fue demolida y ya no existe.

Los bancos han vuelto a su sitio, el altar también, la mesa de pimpón ha desaparecido y no hay ambón con cubreatril kikonoso de kategoría superior, pero antes era un templo más hermoso, el rojo del suelo queda como unas pistolas a un santo.

San Miguel en julio de 2021

No es el único caso de destrozos perpetrados por presbikikos ávidos de la beneficencia de sus kikotistas, pero puede que haya sido de los más graves.