«En las primeras catequesis habíamos hecho un breve análisis de la situación de la Iglesia y vimos tres cosas: un proceso de desacralización, un proceso de descristianización y una crisis de fe. Todo al interior de la Iglesia.
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Pérdida del sentido de lo santo |
Dijimos que la desacralización es la pérdida del misterio, tremendo, que Dios está dentro de la vida del hombre y le da el ser. Es la pérdida del sentido de lo santo. Dijimos que esto sucedía dentro de la Iglesia antes del Concilio, porque la Iglesia, en su impulso misionero para responder al nuevo fenómeno sociológico en el que vivimos -una realidad de posguerra, que ha dado lugar a una situación de anomia, de pérdida de la norma, de la ley, de modo que toda una serie de valores pierden su sentido- ha sido catequizada por el mundo al que ella, acercándose, quería catequizar.
Hablamos del extraordinario desarrollo tecnológico que ha hecho aparecer en Europa dos clases de hombres: un hombre nihilista y otro socialista.
Un hombre de tipo nihilista que no cree en nada, que se ha hecho adulto, el cual recurre más a la religiosidad natural para explicar todo tipo de cosas y que acepta la precariedad de la vida humana; acepta ser un hombre que no era, que hoy es aquí, y que mañana ya no será más. A este hombre sólo le importa el trabajo; ganar dinero. Tiene un coche, se va el sábado y el domingo al campo, odia la ciudad en la que vive, llena de contaminación y atascos.
Un hombre fundamentalmente pragmático, con un fuerte sentido de eficacia. Un hombre completamente secularizado. Un hombre que cree en la ciencia, que no necesita de la religión, pero que necesita de los nuevos sacerdotes de la sociedad secularizada: los psiquiatras.
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La encuestita que debe contestar, eminencia |
Dijimos que la Iglesia, tratando de responder a este tipo de hombre que se apoya en la ciencia y la tecnología, tratando de llevarle el mensaje cristiano, se apoyó también en la ciencia y la tecnología esforzándose por traducir su mensaje a la terminología científica.
Luego hicimos toda una serie de razonamientos sobre el hombre cósmico tipo Theillard de Chardin; también nosotros nos hemos apoyado en todas las técnicas modernas: la psicología, la sociología, la psicopatología y lo que quieras.... Nos hemos hecho científicos: hacemos encuestas, tests, etc».
En efecto, no hay paso ni convivencia de inicio del Camino que no tenga su encuesta.
En efecto, no hay paso ni convivencia de inicio del Camino que no tenga su encuesta.
«Pero, cuando nos dimos cuenta, habíamos pagado un tributo muy caro: dentro de la Iglesia se produjo un proceso de desacralización. Al final, en vez de ser nosotros los que les catequizamos, han sido ellos los que nos han catequizado a nosotros.
Además de este hombre nihilista, que ya no viene a la Iglesia, que cree en su trabajo, un hombre bastante honesto, que ya no cree en las ideologías, surgió otro tipo de hombre.
Un tipo de hombre que ha proyectado toda su religiosidad en el terreno socio-político en un intento de cambiar este mundo, porque cree que este mundo, resultado de una guerra, traumatizado por dos guerras mundiales, se puede cambiar a través de la lucha política y el cambio de estructuras.
Es el hombre marxista y socialista. Es un hombre organizado que ha hecho de su credo, de su visión del mundo, una religión. Ante este segundo tipo de hombre, el socialista, la Iglesia ha tratado de copiar sus técnicas. Frente a la célula de acción obrera revolucionaria, hemos creado nuestras células de Acción Católica obrera y, frente a ellos, también nosotros hemos organizado nuestra lucha.
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En el centro no está Cristo sino... |
Pero también hemos sido catequizados por ellos: en el centro de nuestros grupos no hemos puesto a Cristo resucitado, sino la acción socio-política. Y con el tiempo nos dimos cuenta, como ocurrió con tantos grupos de acción católica obrera, que nos habíamos pasado a la otra parte, nos habíamos convertido en marxistas.
También aquí se ha producido un proceso de desacralización. Las naciones están saliendo de la iglesia.
Históricamente este hecho se está volviendo muy importante, como en su tiempo lo fue el fenómeno contrario cuando, con Constantino, las naciones entraron en la Iglesia.
Este paréntesis que se abre con Constantino -con una expresión de Congar- hoy comienza a cerrarse. Las naciones salen de la Iglesia y ella puede empezar a despojarse de sus filosofías, su connivencia socio-política, y su religiosidad natural».
Aquí queda dicha la opinión del CNC sobre la Iglesia de Cristo: un batiburrillo de filosofías, connivencias con los poderes terrenales y religiosidad natural, nada que ver con la fe y el Espíritu Santo.
Aquí queda dicha la opinión del CNC sobre la Iglesia de Cristo: un batiburrillo de filosofías, connivencias con los poderes terrenales y religiosidad natural, nada que ver con la fe y el Espíritu Santo.
«Así el cristianismo podrá brillar con toda su pureza y frescura. Así podremos regresar a la Iglesia primitiva.
Además de un proceso de secularización (que para la Iglesia es muy importante, maravilloso y providencial, aunque algunos piensen que es horrible) hay un proceso de descristianización.
Muchos cristianos que frecuentan nuestros templos, viven un cristianismo muy infantil a un nivel religioso-natural, porque no fueron suficientemente catequizados. Esto queda denunciado por el hecho de que no hacen obras de vida eterna, porque viven un fuerte divorcio entre religión y vida.
También hablamos de una crisis de fe, debida a que en el mundo de hoy no se dan con suficiente claridad los signos de la fe. En otras épocas se daban: el mundo aceptaba una cierta idea de Dios y de la Iglesia que daba los signos del amor cuidando de los niños abandonados y haciendo colegios para ellos, haciendo hospitales para los enfermos incurables, haciendo órdenes que trataban de rescatar a los esclavos, etc.
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¿Dónde están los signos de la fe de estos? |
En todo momento, la Iglesia ha tratado de dar signos y el Espíritu en diferentes momentos ha suscitado carismas para que diesen signos de amor, para que los hombres viesen a Jesucristo operante en medio de ellos. Las catedrales son signos, los grandes templos, etc. En una época en la que todos los hombres aceptaban la existencia de Dios, se les podía conducir a una maduración a través de una educación de piedad, de oración, de ir al templo: la gente aceptaba los sacramentos y nadie cuestionaba idea de Dios».
Hace un par de párrafos se sostenía la tesis de que para la Iglesia había sido fatal que todo el imperio romano se cristianizase. Pero es que defender una cosa y su contraria es la marca de la casa.
Hace un par de párrafos se sostenía la tesis de que para la Iglesia había sido fatal que todo el imperio romano se cristianizase. Pero es que defender una cosa y su contraria es la marca de la casa.
«Pero hoy en día el mundo se ha secularizado y tener solamente una pastoral sacramental es absurdo porque mucha gente no va al templo. ¿De qué sirve decirles que en el tabernáculo está Dios si no creen ni tienen fe? ¿De qué sirve decirles que en el sacerdote está Dios, si la gente no cree?...
Hoy no se pueden hacer escuelas porque la sociedad se ha hecho adulta y se encarga progresivamente de ello. Existen magníficos hospitales que no son hospitales confesionales. Existen escuelas que no son cristianas. Y dejamos las confesiones porque el Estado se ha hecho adulto y aparece en este sentido un mundo nuevo.
¿Qué sucede entonces?
Que NECESITAMOS CREAR SIGNOS que enganchen a este hombre de la calle, este hombre secularizado, este hombre tecnológico -que va al psiquiatra, que toma pastillas, que estudia la psicología, que asiste a la universidad- este hombre que pasa a nuestro lado por la calle y que todos conocemos, y que lo lleven a la fe.
Un signo es algo que entra a través de los sentidos; viéndolo con los ojos, oyéndolo con los oídos y tocándolo con las manos.
Los signos se refieren explícitamente al Kerigma, al misterio pascual de nuestro Señor Jesús. Al ver el signo se piensa de inmediato en Jesús. Hoy, por desgracia, tenemos muchos signos equívocos, pero muy pocos que se refieran al gran misterio que es Cristo resucitado de la muerte, vencedor de la muerte para nosotros.
Los signos de la fe, los que llaman a la gente a la fe, que hacen nacer la fe, son EL AMOR EN LA DIMENSIÓN DE LA CRUZ Y LA UNIDAD.
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Alguno confunde vestir de blanco con amar |
Recordad que dijimos que el amor en la dimensión de la cruz es evidentísimo. Porque el agapé, el amor al otro más que a ti mismo, la caridad, el devolver el bien al otro como algo que te nace de dentro, esta caridad -que es paciente, que no es envidiosa, que no es jactanciosa, que no se irrita, que todo lo cree, que lo soporta todo, que lo excusa todo- esto es Dios. Y si esto se da en la tierra es porque Dios ha bajado a la tierra. Este es el signo. Esto sería una novedad, una suerte de gente extraña».
En el CNC no se da nada de eso. Será que Dios no está en el CNC.
«Sin duda, este amor hace presente a Jesucristo, porque sólo en Él se da este amor. Porque Él era Dios (en pasado en el original), el Hijo de Dios y el que ha visto a Jesús ha visto al Padre.
Y ya que Jesús ha dado a la Iglesia, a los cristianos, su mismo Espíritu que nos hace sus hermanos, hijos adoptivos de Dios, Espíritu que ha vencido a la muerte y que nos permite amar al hermano en una dimensión que ningún hombre sobre la tierra puede amar, porque para amar en esta dimensión hay que haber vencido a la muerte, ser señor de la muerte, tener más poder que la muerte... Este Espíritu vencedor sobre la muerte, hace presente en el mundo a Jesucristo a través de la Iglesia, de los cristianos, y, a través de Jesucristo, hace presente al Padre».