Érase una vez, hace no mucho tiempo, que en la diócesis de Boston hubo un arzobispo comprensivo con los sacerdotes pedófilos que, cuando el escándalo alcanzó notoriedad, tuvo que ser "invitado" a dimitir.
Insisto para que no se pierda de vista la gravedad del asunto: hubo acusaciones de pederastia contra varios sacerdotes de la diócesis y, casualmente, en todos los casos había mediado el señor arzobispo para ver de acallar a las víctimas y que no se mancillase el buen nombre de los responsables y de la institución que representaban.
Insisto una vez más: hubo víctimas, numerosas, menores de edad.
Ahora veamos como es tratado asunto tan serio por un tal Kiko Argüello.
Es notorio el énfasis que se da a las consecuencias económicas para la diócesis, como si esas fuesen las consecuencias que de verdad importan, como si el daño causado a 700 hijos de Dios y a sus familias fuese peccata minuta que a nadie interesa...
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A los curas conviene ponerles en su sitio de vez en cuando |
Que cada quien saque sus conclusiones.