Una vez que ha cogido callerilla, el ponente está en condiciones de revelar a los creyentes kikianos cual es la fórmula mágica en el noviazgo para reconocer que la otra persona es él o ella, la designada por Dios. El signo irrefutable es el siguiente: Yo pondré palabras en su boca. De manera que es la palabra del muchacho/a la que hace que se encienda el corazón de su pareja. -Ahí queda eso. Es que los kikos son muy amigos de magias esotéricas y prodigios de prestidigitador. Y, especialmente, son muy amigos de tergiversar las Escrituras y sacarlas de su contexto para hacer uso y abuso de ellas a su bola.
Entonces, dice el ponente, ambos suben al altar y Dios bendice la unión conyugal y es Dios quien jura que nunca les faltará el vino. -Y sin comerlo ni beberlo se hace responsable a Dios de llevar los matrimonios neocatecumenales. Será por eso por lo que tantos fracasan.
Y, como era de esperar, un itinerante kiko no se queda respetuosamente fuera de la alcoba, sino que entra con los recién casados para decirles como han de actuar en el tálamo nupcial.
Asegura el ponente que el señor de ellos se hace presente en el lecho conyugal, que es el sancta sanctorum donde aparece su dios. Y por si alguien todavía tiene dudas de que su perorata poco o nada tiene que ver con la moral cristiana, larga los consabidos mantras sobre que el sexo entre cónyuges es un sacramento. Por eso, dice, antes de subir a este altar -el tálamo- es justo limpiar los pecados y pedir perdón a dios -el suyo- y al marido. Y tras un momento añade: Y el marido lo mismo. -Se acaba de inventar el megasagramento falsificado que no solo da gustito sino que además limpia. Ya puestos, una pena que no se le haya ocurrido agregar que también repara las faltas y reduce el colesterol. Total, por fantasear que no quede.
Pero va más allá. En un momento dado el ponente asegura que: En el cristianismo no existe una mujer frígida. -¡Pues claro que no! Faltaría más que alguna mujer casada no estuviese siempre y en todo momento dispuesta a subir al sancta sanctorum de la vida conyugal. Vamos, no me fastidies, como si tuviese alguna otra misión en la vida. Es muy importante que haya dicho tal cosa, para que los maridos sepan lo que pueden reclamar a sus esposas. Porque sabido es que jamás en la vida ha existido un marido que haya desatendido a su esposa para reservarse para otra, ¿verdad? Así que la advertencia, lógicamente, solo podía ser en un sentido. Y además convenía que fuere admonitoria.
Pero tras la “papanatada” precedente, el mitinero se pone a asegurar que lo primero, antes de pasar a la acción, es hablar. Pero atentos, esto no es una charla cualquiera. Esto, dice el menda, es una “liturgia de la palabra” -Si no tiene el menor respeto por el altar y decide igualar una cama con el altar, ¿por qué iba a tener mayor respeto por la liturgia?- . Más aún, sigue diciendo, el protagonista es dios -el suyo-.
De manera que todas las noches, antes de la acción, hay que hablar. Y el mitinero debió pensar que este era un buen momento para volver a hacer un uso tergiversado de una cita bíblica, porque dijo lo siguiente: Todo lo que pidáis a mi padre en “este altar” -ya sabes, la cama donde haces algo más que dormir-mi padre os lo concederá, reunidos dos o tres en mi nombre, porque la mujer puede estar embarazada. Cristo está hablando del amor conyugal, del “altar conyugal”.

Prosigo. Solo después de haberse pedido perdón y de haber procedido a una liturgia de pedir el oro y el moro a diosito que, como responsable de que no les falte el vino, está obligado a atender todas sus peticiones, pueden los esposos proceder a consuman la unión conyugal. Eso sí, el ponente sugiere que esta amena actividad -no queda claro si conviene que haya guitarreo de por medio- sea realizada a diario. Y de nuevo pretende justificarlo con una “cita bíblica”: Cada día el esposo sale contento de la alcoba para recorrer el camino de la voluntad d dios. Y levanta la tierra y aplasta el mundo. Por eso la familia salvará al mundo entero.
Creo que lo que intentaba decir es que necesitan que los jóvenes tengan muchos kikitos porque el invento del CNC se les va al garete.