DOMINGO -LAUDES a las 10 (al aire libre, si es posible)LECTURA: SERMÓN DE LA MONTAÑA
MONICIÓN DE ENTRADA -Kiko:
«El día de hoy es todo proyectado hacia el futuro. Proyectado sobre nosotros, pero en adelante». Malo, malo, en el CNC te enseñan que proyectarse es malísimo, salvo cuando lo hace el kikotista, claro.
«Generalmente cuando llegamos a este punto en todas las convivencias, lo que hacemos ahora, y es una de las cosas más importantes de la convivencia, solemos salir al aire libre, en la naturaleza. Hoy hemos probado, pero hace un frío terrible. Es una pena, porque desde aquí se contempla un panorama maravilloso. Pero si salimos fuera nos arriesgamos a morir de frío. Por esto tenemos que hacerlo dentro. Y ¿por qué buscamos un lugar en medio de la naturaleza? Porque ahora proclamaremos el Sermón de la Montaña.
El Sermón de la Montaña que muchos de vosotros no habéis escuchado entero en toda la vida, es un sermón citado por entero en el Evangelio de San Mateo. Sobre este sermón os diré algunas cosas.
Primero: no defenderse ante la Palabra de Dios, no tratéis de defenderos de esta palabra que os denunciará, no tratéis de encontrar que de alguna manera, en el fondo, esta Palabra la estáis cumpliendo. Porque esta palabra tú no la cumples: porque si la cumplieras no deberías estar aquí; quería decir que ya estarías en el Reino. Porque la Palabra que proclamaremos es el anuncio gozoso del Reino de Dios. Es el diseño, la fotografía del hombre nuevo: del hombre que el Espíritu Santo hará de ti, gratuitamente».
Sin embargo, a quienes no están en el CNC, les juzgan y no les consideran cristianos. Por otra parte, que en el CNC no cumplen esta palabra es evidente y no la cumplen no sólo cuando se defienden, sino tampoco cuando lo que se les reclama es de justicia. Un ejemplo: el Papa Benedicto XVI les dice que tienen que sumarse a la asamblea parroquial, y ellos en lugar de hacerlo, como sería de justicia, desobedecen.
«Este sermón de la Montaña presenta diversos y numerosos problemas.
El primero es considerarlo una ley que se debe cumplir por puños, con esfuerzo. Tratad de no poner paliativos a la Palabra. No pongáis aceite a la Palabra, para que pase; escuchar la Palabra en todo su escándalo. Tal como la Iglesia primitivala hace llegar a nosotros y nos la da».
No por casualidad, cada vez que el CNC toma algo de la Iglesia, se afana por señalar que pertenece a la Iglesia primitiva, no a la actual, ni a la de Constantino, ni siquiera a la del CVII.
«Lo que escucharemos es una catequesis entera para catecúmenos adultos. Esta palabra ha sido precedida por el anuncio del Kerygma, del haber comenzado la iglesia a donar el Espíritu Santo, del haber visto la Iglesia el fruto de este Espíritu en obras de vida eterna.
La Iglesia ha hecho llegar esta palabra del Evangelio de Mateo, no ha tratado de suavizarla. Todo el Evangelio contiene una realidad catequética, una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en pequeñas comunidades durante años y años.
Este diseño del nuevo hombre lo ha compuesto la Iglesia primitiva como el fruto del Kerygma en nosotros».
¿La Iglesia? ¿Pero no eran palabras de Cristo, ergo, de Dios?
«Son obras hechas por cristianos que han recibido el Espíritu Santo. Precisamente porque se han realizado estas obras, es por lo que han podido ser narradas, transmitidas, como la gran buena noticia para los catecúmenos que querían entrar en la Iglesia.
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El Evangelio no es ley; la kikotesis, sí |
Esta palabra no es una ley. Porque la ley no salva, la ley condena. Porque la ley siempre pone el hombre frente a sus propias fuerzas. La ley exige siempre de un poco más de esfuerzo, un último esfuerzo, exige que lo hagamos todo».
Así es el Camino, siempre hay que dar algo más, esforzarse aun más, renunciar a algo más, someterse más... Siempre exigencia que no salva.
«Pero este sermón es imposible cumplirlo mediante la ley. En este sermón escucharemos que este hombre nuevo no juzga, que no ama al dinero más que a Dios, que no se resiste al mal, que si lo golpean en la mejilla izquierda presenta la derecha, que si alguien quiere quitarle algo no se lo impide, que no se resiste al mal, pero no al mal en general, sino al mal concreto que le hace la esposa en casa o el marido o los hijos, o el que le hacen en el trabajo, que si alguien le obliga injustamente (imagínate hoy que estamos en la época de la justicia y de la contestación como suenan estas palabras) a caminar con una carga tan pesada que no puede más que una milla, hace dos, no sólo hace aquello a lo que está obligado en justicia, sino también lo que injustamente le reclaman, y el doble. Tratar de hacer de esto una ley es absurdo. Ahora entendemos que el cristianismo es un salir del mundo. Tratar de hacer de esto un derecho social es absurdo, porque el cristianismo en este sentido es revolucionario, porque ¿dónde está la sociedad que no se resiste al mal? Sería el triunfo de los ladrones y los asesinos».
Este tipo no ha entendido nada. En una sociedad de hombres nuevos no habría ladrones ni asesinos.
«Por esto el Sermón de la Montaña no se puede aplicar desde arriba como una ley sin acomodarlo y llevarse toda su eficacia, convirtiéndolo en una utopía, un ideal. Así se convierte en consejos evangélicos para gente muy pura, perfectos. Pues no es así, este sermón está escrito para cristianos, para gente casada y con hijos. Porque en el momento en que este Evangelio fue escrito no existían los religiosos. No había diferencias entre religiosos y laicos como entre la élite gobernante y la tropa. En esa época sólo existían los cristianos.
Este nuevo hombre ama al enemigo y no se resiste el mal, no juzga, no desea a la mujer de su prójimo. Pero no es una ley: no es que tú tienes que amar a tu enemigo, o tienes que dejarte matar, o tienes que dejarte destruir: tú apretando los puños.
El hombre de la carne no puede agradar a Dios.
Es cierto que en ti ha comenzado a germinar una semilla de vida nueva. El Espíritu ha comenzado a ser donado. Pero este Espíritu a través del catecumenado iremos viendo quien no lo tiene, porque el hombre del Espíritu, el hombre que nace del cielo hace obras como este. Quien lo tenga, renovará el Bautismo, quien no lo tenga, no».
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Ya iremos viendo... |
Obsérvese que aquí la Iglesia no pinta nada. Es el kikotista quien dispone quien tiene el Espíritu y quien, no.
«Aquí no hay trampas, ni trucos, ni falso misticismo, ni otras estupideces: hay obras que son obras de la vida eterna, que sólo puede hacer Jesucristo resucitado de la muerte, porque son obras de Dios en la tierra. Son el fruto que dice al mundo que hemos nacido de Dios, porque llevamos a cabo las obras de Dios. El que hace las obras de Dios, ha nacido de Dios y es el hijo de Dios, quien no las hace no conoce a Dios (dice San Juan) porque "Dios es amor".
Por tanto, no escuchéis este sermón como una ley que es necesario cumplir.
Segundo: no escuchéis tratando de adaptar esa Palabra, defendiéndoos de ella, tratando de eliminar todo su escándalo, porque os escandalizará y denunciará.
Jesucristo habla escandalizando, en un cierto sentido, y dice: quien tenga oídos para oír que oiga. Escuchadlo, hermanos, como un Evangelio como una Buena Noticia, como una palabra que se proclama aquí, desde este pequeño atril, directa a buscar entre vosotros quien la quiera custodiar, quien la quiera acoger.
Sobre quienes la acepten, sobre los hermanos que el Señor ya ha destinado a quienes está predestinada esta palabra, ella descenderá en forma de paloma, ellos la tomarán como una realidad y se mantendrá custodiada en ellos.
Esta Palabra, proclamada aquí, está buscando a aquellos que quieran custodiarla, que quieran acogerla. El que acepta esta Palabra la acoge con gozo y alegría, la acoge como una promesa, como una palabra profética, como una Palabra de Dios. Precisamente porque es Palabra de Dios es Palabra profética. Cumple siempre lo que anuncia. Esta Palabra anuncia una cosa: que se cumplirá en ti. Has sido elegido por Dios para ser depositario de esta palabra, porque esta palabra os llevará hasta su cumplimiento, os conducirá realmente a su realización. Como en María, la cual después de escuchar la palabra, el anuncio del ángel, y creer en él, esta palabra comienza inmediatamente a realizarse en ella».
Ese es el quid para saber si viene de Dios o no: si es de Dios comienza a realizarse de inmediato; en cambio, si es cosa de hombres, nunca llega el hoy en que empieza a realizarse, sino que siempre hay que dar algo más, renunciar a algo más, esforzarse aún más, una bolsa más, otra convivencia, otra alianza...